Que la palabra de los profetas, Señor sean lámparas que iluminen la oscuridad de nuestro mundo. Ayúdanos a escuchar a tu Hijo Amado para que en Él tengamos la Vida que llena de esperanza a todos los que padecen y sufren sin entender por qué. Amén.
Pidámosle al Señor que este encuentro con Él, por medio de su palabra nos abra el corazón, aclare nuestra mirada y despeje nuestros oídos, que en este diálogo, podamos descubrir su mirada, su mirada misericordiosa, que nos devuelve la dignidad de ser hijos de Dios
“Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Señor Jesús, enséñame a tener confianza plena en Ti. Enséñame a tener confianza en los momentos difíciles de la vida, sabiendo que estás siempre junto a mí, sabiendo que siempre tienes Tus Manos Sagradas extendidas para tomar las mías. Consérvame SIEMPRE junto a Ti… no permitas que me aleje ni un segundo de Tu presencia.
Que el Señor nos conceda un corazón generoso que libremente podemos compartir con otros lo que nos ha dado. Amén.
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: “Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas”.