Deseo que todos nosotros podamos vivir de nuevo el momento de nuestro bautismo, recordando que es este Sacramento lo fundamental, y luego, pensar sobre nuestra vida para entregarle todo a Jesús. Él Perdona nuestros pecados, lo que dice Juan en el Evangelio de hoy, muchas gracias. Amén.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.
Que sea nuestra Madre celestial la Virgen María que interceda ante nuestro Señor permanentemente y que nuestro creador nos bendiga siempre, en el nombre del Padre del hijo y del Espíritu Santo amén.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina.
Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. Amen.
¡Te damos gracias, Señor por permitirnos llegar al final de este año litúrgico! Gracias por cada don recibido, especialmente por el don de tu Palabra, que iluminó nuestros pasos durante cada día…Te pedimos tu compañía para el nuevo año litúrgico que comenzará esta tarde y que, con San Lucas, te sigamos por el camino de la Salvación y llevemos este mensaje con alegría al mundo, utilizando todos los medios a nuestro alcance, y que sea tu Palabra la que haga fructificar todos nuestros esfuerzos. Amén.
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: “Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse”.
Hoy Señor te damos gracias, por la vida los dones y el amor que hace funcionar mi vida y que en nuestros corazones, gracias por cada momento de alegría porque eso dibujo una sonrisa en mi boca, gracias por los momentos de tristeza porque con ellos crecí en espíritu y sabiduría; gracias por cada persona con la que he compartido mi vida físicamente, espiritualmente y mentalmente, te pido fortaleza, humildad, perseverancia y que nunca me falte tu amor y protección, te pido también por la paz del mundo y el bienestar de los desvalidos. Amen
Por eso mis queridos amigos que el Espíritu Santo nos dé fortaleza para allí en su hogar, en el trabajo, en el estudio en todos en todos los momentos de la vida cotidiana dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo, dar testimonio de que somos bautizados y anunciamos la Palabra de Cristo con nuestras obras, por eso cuidemos nuestro modo de actuar y aprovechemos la Eucaristía, la oración para llenarnos de fortaleza y dar testimonio de Él, mil gracias felicidades para todos ustedes.
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir”.
Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:
“¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”
“Padre de misericordia, no permitas que mi vida sea inútil, ayúdame con tu gracia y la luz de tu Santo Espíritu a saber dar fruto en abundancia siempre, para gloria de tu Nombre y beneficio de tu santa iglesia. Por Cristo nuestro Señor. Amen.
Jesús pasaba, ya Jesús no se deja, no deja pasar nada en vano, se para le dice baja y voy contigo, ese hombre salió transformado de ese encuentro con Jesús, totalmente transformado, un hombre que ahorita sueña con ese mundo que Jesús sueña, de compartir los bienes dice, yo voy a dar lo que tengo, voy a dar la mitad de los bienes y al que merece más le devolveré 2 veces más, eso lo que hace Jesús en sus encuentros, nos transforma sin contar con nuestra pequeñez y a partir de lo que hay levantarnos y hacernos soñar con ese mundo que soñamos todos, seamos bienvenidos todos a fijarnos en esa historia de Zaqueo lo que estamos llamados a ser cada una de nosotros.
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Él le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”.
Queridos hermanos y hermanas está la Palabra que nos dice el Señor bienaventurados todos ustedes qué hacen que puedas llegar a quiénes necesitamos cuidar, el marginado, pequeño, esos felices de Espíritu como dice Papa Francisco se toman la calle y vamos con esta iglesia de campaña a hacer señal de la bienaventuranza por excelencia la santidad a la cual somos llamados todos.
Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”
Pidamosle a nuestro Señor y al Espíritu Santo que nos del entendimiento, la claridad para que día a día vivamos la Palabra, compartamos con nuestros seres queridos, amemos, demos a conocer nuestros talentos para servir y ganemonos siempre la vida eterna, porque es la esperanza, es la alegría de nuestro corazón, la invitación la hace nuestro Señor Jesucristo a estar preparados porque algún día partiremos.
En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.