Señor Jesús, tu que viniste al mundo a salvarnos, enséñanos a celebrar tu presencia real en la Eucaristía, en la Iglesia y en el prójimo, sabiendo que tú estás siempre con nosotros. No permitas que olvidemos que aunque los tiempos se pongan difíciles y nos sintamos solos, tu Espíritu Santo nos guía con tu amor y tu luz. Amén.