Ahora los quiero invitar para que pidamos al Señor un corazón humilde, un corazón bondadoso, lleno de amor y de ternura como es un corazón de un niño, par que así podamos amar, podamos servir y podamos ser solidarios con nuestros hermanos para así encontrar la verdadera riqueza, la verdadera grandeza que está en el amor de Dios y está en el compartir con los demás. Amén.