Te seguiré, Señor a donde quiera que vayas, no importa que no tenga un nido, ni un lugar para reclinar la cabeza…Enséñame a anunciar el Reino de los Cielos y a dejar atrás mi pasado… Déjame empuñar el arado de tu Palabra sin mirar hacia atrás, pues lo que viene es el Reino de Dios y yo quiero ser su servidor. Amén