Oremos para que realmente nosotros seamos colaboradores de Dios, el campo de Dios, la casa que el Señor edifica: Señor, te damos gracias por el ministerio sanador de tu hijo y Señor nuestro Jesucristo, quien unido al Padre y al Espíritu Santo, trajo la salud a todos, pues se dejó llevar por los criterios de Dios y no los humanos. Que como él también nosotros pasemos por el mundo haciendo el bien. Amén.
Gloria a ti Señor del Cielo y de la Tierra. Guíanos con tu Espíritu Santo y danos tu Amor y Gracia para darla a conocer por medio de nuestras obras aquí en la tierra.
Que tengamos también las buenas costumbres de ir a Misa, de orar, de estudiar la palabra de Dios. Y que estas costumbres no sean unas vacías, sino nuestro entrenamiento para la santidad.
Dios misericordioso, de quien procede todo lo bueno, inflámanos con tu amor y acércanos más a ti, a fin de que podamos crecer en tu gracia y perseveremos en ella. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Dios, Padre y Señor nuestro, te pedimos que guiados por los dones de tu Espíritu Santo, nos enseñes a administrar los talentos que nos has dado, para poder glorificar tu Nombre con nuestras obras. No nos hagas olvidar que nunca es tarde para desenterrar y poner a trabajar aquello hemos enterrado por miedo, dolor o pereza. Enséñanos a ser fieles administradores de tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.